miércoles, 21 de agosto de 2013

José.

Ave nocturna de altos vuelos, tu estancia ha sido corta, pero intensa. 






Gracias. 

jueves, 15 de agosto de 2013

Ignoro.

Soy un ignorante y Sócrates no consuela. Hormiga entre elefantes o, como dijo el sabio, a hombros de gigantes: soy un ignorante y desconozco lo que sé. Creo que todos lo sabemos, quiero decir, todos inteligimos. Ocultamos su antitética realidad bajo un manto de ropajes, metales... Éstos son el conocer.

Soy un ignorante y solo yo lo sé. Hubo quien conoció el secreto de aquel disimulo y, en su sabiduría, eliminó el ornamento: para sugerir mayor erudición, perdón, sapiencia.

¡Cuánto ignoramos! Y me pregunto si también el desconocimiento mismo: ¡claro!, listo, ¿qué sino había dicho el sabio de Delfos? Pero no, no esa ignorancia me interesa: vuelta a empezar.

Quisiera decir que sé algo del mundo aunque solo conozco humanos. Desgraciadamente, avant la merde, presidimos el comicio. Sea con Habermas o Foucault, sea con Husserl o Schütz, barruntamos algo, porque algo se resiste a ser barruntado.

Lo desconozco. Cuestiono qué sentido aduce cualquier sentido, más allá del suyo propio, sin alguno que sea mío: ingenuo. He aquí, de nuevo, lo inhóspito a decorar.

Unos creen lo que sienten, exclusivamente. Onanismo absoluto de su libertaria cerrazón. Cárcel de flores, sin tierra en el corazón, más bien en la cabeza.

Y, sin embargo, también lo ignoro.

Tantos sabios, tanto pierdes. Tanto pierdo, sin los sabios.

Ya decir es un atrevimiento. "Y si lo conoce, no podrá expresarlo". Infiérase.

Así es. Y así alcanzo la primera entrada: la nada (quien sabe, si es todo). Creo que es hora de anunciar, al fin: el ser ha muerto.

Onanismo. Uno tras otro han querido atrapar el vuelo nocturno de Minerva, pensando que con aire, volaría mejor.

Onanismo, onanismo, onanismo.

Yo soy es un presupuesto. El ser es homónimo, no hay salida posible. El ser es la respuesta, parécese olvidado.

Convención. Epifenómeno (no; no de algo más fundamental: de nuevo, ¿desconocemos lo que ignoramos?).

Sócrates no consuela, pero ya no somos ignorantes. No existe esa distinción; ninguna lo hace. Es necesaria otra revolución del pensamiento, al modo cartesiano, decía Husserl, que siembre y no recoja. Deconsotruya y no construya. Ignore y no-no conozca, ignorando.

¡Schopenahuer! ¡Levanta el velo, y muéstranos las bragas!